martes, 3 de junio de 2008

FIESTA SANTIAGUEÑA EN CAPITAL

Los Coplanacu transformaron La Trastienda en una cacharpaya



Una vez por mes, la Peña de los Copla convoca a dos mil personas en Córdoba, que se juntan para cantar con el dúo santiagueño y bailar con su repertorio de chacareras y zambas. Es la segunda vez que el Dúo Coplanacu buscar traer ese fenómeno a Buenos Aires y no le fue nada mal en la apertura. Los organizadores calculan que a lo largo de los tres días habrán pasado unas mil quinientas personas por la versión capitalina de la peña que se instaló en La Trastienda (Balcarce 460).

En términos de la mística peñera, los santiagueños lograron replicar el imaginario de su conocido espacio en Cosquín, con escenografía del plástico Rafael Touriño y un espíritu danzarín y bohemio. El público curioso participó, no se doblegó al frío y prosiguió la fiesta hasta pasada las dos de la mañana. La atmósfera pop de otras jornadas les dio paso anteanoche a los riffs de chacareras, carnavalitos bailanteros, zambas y escondidos festejados por un público ecléctico, formado por gauchetos , palermitanos y neohippies . En términos artísticos fue una gran apuesta del grupo para generar otro tipo de comunicación y vínculo con el público capitalino, después de sus diferentes experiencias en teatros grandes, aunque la peña es otra cosa. Como lo hicieron en Córdoba, el formato peñero es un canal alternativo para mostrar su propuesta de forma integral, reflejar el fenómeno social del baile, generar un espacio para las nuevas figuras del folklore, descontracturar la imagen prototípica de la música de raíz desde la mirada del porteño, lograr un espacio de confraternidad entre diferentes tribus y despertar el interés en gente de otros palos, a quienes les llama la atención esa forma de relacionarse entre los jóvenes a través de la danza. En la Peña de los Copla (reflejo de un fenómeno cordobés que surgió revitalizado en los ochenta por una nueva forma de bailar y que tomaron de músicos como el Bicho Díaz, el Ica Novo y la bailarina Silvia Zerbini), todo el tiempo hay un clima de horizontalidad, en el que músicos y público son partícipes y protagonistas de la misma experiencia. "Esto es folklore con la onda de hoy", decía un neófito en el tema que había sido llevado por un amigo en su afán de conocer señoritas. El clima relajado del ambiente peñero le permitió al improvisado espectador salir a bailar chacareras, sin prejuicios, y terminó sumándose al grupo, que danzaba en esa pista armada para la ocasión en el medio de las mesas. No faltó el Negro Valdivia, anfitrión habitual de la peña, que presentó a los grupos que amenizaron con buenas propuestas para escuchar y agitar la vena bailable de la gente. Demi Carabajal, talentoso autor y hermano menor de Peteco, abrió el fuego con una banda potente, un groove rockero y un repertorio de encendidas chacareras. En el final, invocó el repertorio de Jacinto Piedra (el más "stone" de los santiagueños) con sus versiones reggae de "El Quenero" y la canción "Te voy a contar un sueño". Le siguió Bruno Arias que ofreció un set bien jujeño y recordó al músico quebradeño Ricardo Vilca con "Quebrada de sol y luna" y "Guanuqueando", que hizo cantar a todo el público. El cantante se animó con "Zamba de los mineros", en una versión que cosechó largos aplausos y después desató el baile final con carnavalitos. El cierre de la noche estuvo a cargo del Dúo Coplanacu, que subió pasada la una de la mañana con la gente a punto caramelo. Roberto Cantos y Julio Paz hicieron temblar la Trastienda con su set de chacareras, gatos y escondidos, incluidos en Taquetuyoj .

Entonces todo se transformó en una gran fiesta de baile de campo.

Gabriel Plaza
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